Feria y Fiestas Mayores

La última parte de agosto en Aracena es una mezcla perfecta de energía festiva y encanto serrano. Del 22 al 25 de agosto, la Feria y Fiestas Mayores despliega su versión más intensa y emotiva, con noches llenas de música, casetas rebosantes de vida y días que alternan el bullicio de la celebración con momentos de calma entre montes y callejuelas históricas. Es el momento en el que la sierra se viste de gala y el visitante se siente parte de algo especial.

El 22 y 23, el recinto ferial brilla desde el atardecer. Las sevillanas marcan el compás, mientras en las casetas el aroma del jamón ibérico recién cortado y los quesos curados se mezcla con el de los vinos frescos que acompañan cada brindis. Pasear a esas horas es encontrarse con amigos, con vecinos que recomiendan la mejor tapa o con músicos afinando para la próxima actuación. La brisa nocturna baja desde los montes cercanos y convierte la feria en un espacio donde la alegría y el confort coexisten, donde se puede bailar y conversar sin sentir el peso del verano.

Durante el día, Aracena ofrece su faceta más tranquila. Un paseo por el casco histórico revela fachadas encaladas y plazas donde el tiempo parece detenerse. La Gruta de las Maravillas se convierte en un refugio fresco, ideal para una visita a media mañana, mientras que el Castillo de Aracena permite contemplar desde lo alto el bullicio que, unas horas después, volverá a llenarlo todo de música y color. Al caer la tarde, algunos visitantes se animan a recorrer senderos cortos hasta Linares o Fuenteheridos, aprovechando las temperaturas más suaves y los cielos que se tiñen de dorado antes de dar paso a otra noche de feria.

Los días 24 y 25 llegan con un matiz distinto. Aunque el ambiente sigue siendo festivo, se percibe la nostalgia de saber que la feria se despide. El 24, las risas y la música siguen llenando el recinto, pero las conversaciones se alargan un poco más, como queriendo retener cada instante. El 25, por la mañana, el pueblo despierta con calma; es un buen momento para hacer las últimas compras, visitar la iglesia prioral o disfrutar de un café en alguna terraza mientras se escuchan las primeras pruebas de sonido para la noche. Al caer la tarde, la última jornada se vive con una mezcla de celebración y despedida: los brindis se repiten con promesas de volver, y la música suena con un tono más emotivo.

Recorrer Aracena en estas fechas es descubrir un pueblo que, incluso en su semana más animada, mantiene la esencia de la sierra: hospitalidad, buena mesa y paisajes que sorprenden en cada esquina. El contraste entre el día, con rutas y monumentos, y la noche, con fiesta y convivencia, hace que el visitante sienta que ha vivido varias experiencias en un solo viaje.

Molino del Bombo: tu base perfecta para vivir la feria

Cuatro días que se quedan en la memoria

Del 22 al 25 de agosto, Aracena ofrece un abanico de experiencias difícil de encontrar en otro lugar. Es el sonido de la música en la noche fresca, el sabor del jamón y el vino, la vista desde el castillo al atardecer, el paseo por senderos iluminados por la luna y la calidez de un pueblo que abre sus puertas sin reservas. Es vivir la feria desde dentro, sintiendo que la sierra está siempre cerca, incluso cuando las luces del recinto comienzan a apagarse.

Regresar al Molino del Bombo después de esas noches, con el eco lejano de la música y el cielo cubierto de estrellas, es cerrar el verano con la sensación de haber aprovechado cada instante. Y quizá por eso, quien vive la feria de Aracena así, siempre acaba prometiendo volver.